El ser humano es muy complejo desde el punto de vista psicológico. Cada persona es única e irrepetible y cuenta con un conjunto muy amplio de rasgos en su personalidad. La psicología ha intentado simplificar toda esa gran diversidad de variables y construir modelos con menos cantidad de factores pero que sean representativos del conjunto.
Uno de ellos es el modelo conocido como el Big Five. Se trata de un modelo que señala que toda la complejidad psicológica humana puede ser reducida a cinco factores básicos que capturan las líneas esenciales de la personalidad. Con estos cinco factores, entonces, se puede describir y comprender lo esencial de la personalidad de cualquier ser humano.
1. Energía. Es un factor vinculado a la extraversión, a la fuerza del individuo que se vuelca hacia afuera: entusiasmo, determinación, confianza en el desarrollo de la vida, dinámica, carácter emprendedor, fuerza, etc. Su contrario sería la introversión, el individuo volcado hacia su propio interior.
2. Afabilidad. Este factor hace referencia a lo amistoso y agradable que puede ser un individuo: cordialidad, simpatía, autenticidad, lealtad, generosidad, altruismo, sinceridad, apoyo a los demás... La hostilidad sería el reverso de la medalla.
3. Tesón. Es un factor relacionado con las aptitudes cognitivas y de conciencia: constancia, perseverancia, eficiencia, credibilidad, minuciosidad, responsabilidad... Su reverso sería el actuar solo en base a deseos y voluntad.
4. Estabilidad emocional. Es un factor referido a la salud mental y el equilibrio: optimismo, serenidad, solidez, sensatez, confianza en sí mismo, capacidad para afrontar los efectos negativos de la ansiedad, la irritabilidad, la depresión y la frustración. Los rasgos neuróticos o psicóticos serían su lado oscuro.
5. Apertura mental. Este factor alude a las modalidades de contacto con la realidad: creatividad, agudeza, ingenio, astucia, claridad, actualización, originalidad, apertura a las nuevas ideas, etc. La contracara de la apertura mental sería el cerrarse a lo nuevo y al cambio.
Cada persona se individualiza y se diferencia de las demás por la acción combinada de tres elementos: las características cualitativas de cada factor, tal como se presenta en su personalidad; el peso y la relevancia de cada factor en relación a los demás, y la peculiar interrelación entre cada uno de los factores al interior de la personalidad.
Si en cada individuo humano estudiamos estos cinco vectores, estamos en condiciones de trazar un retrato psicológico de su personalidad. El retrato no será completo ni exhaustivo, pero comprenderá las grandes líneas de esa personalidad.
El Big Five y los políticos
Los investigadores Gian Vittorio Caprara y Claudio Barbaranelli, de la Universidad de Roma La Sapienza, y Philip Zimbardo, de la Stanford University, realizaron un trabajo que aplica el modelo del Big Five al ámbito político y que desarrollaron en Estados Unidos e Italia en un estudio que abarcó a varios miles de individuos y realizó un seguimiento de los resultados durante años.
De acuerdo a su estudio, los votantes describen su propia personalidad a partir de los cinco factores clásicos del Big Five. También hacen lo mismo cuando describen la personalidad de diversas celebridades. Sin embargo, esos mismos votantes describen la personalidad de los políticos reduciendo la cantidad de factores que consideran a solo dos factores principales: Energía y Afabilidad.
De acuerdo a su estudio, los votantes describen su propia personalidad a partir de los cinco factores clásicos del Big Five. También hacen lo mismo cuando describen la personalidad de diversas celebridades. Sin embargo, esos mismos votantes describen la personalidad de los políticos reduciendo la cantidad de factores que consideran a solo dos factores principales: Energía y Afabilidad.
De tal manera que ya no opera el Big Five sino lo que podríamos llamar el Big Two, un modelo mucho más simplificado y reducido para evaluar a los políticos en el que ocurren, además, otros dos fenómenos: la percepción que el votante se forma acerca de la personalidad del político, basada en estos dos factores, presenta una gran estabilidad a lo largo de los años; y hay una correlación muy alta entre las características de Energía y Afabilidad que el votante se atribuye a sí mismo y las que le atribuye a su candidato preferido.
El político, entonces, para poder ser exitoso necesita puntuar alto en las siguientes características de personalidad: energía, entusiasmo, determinación, dinámica, carácter emprendedor, fuerza, confianza en el desarrollo de la vida, afabilidad, simpatía, carácter amistoso y agradable, cordialidad, autenticidad, lealtad, generosidad, altruismo, apoyo a los demás y sinceridad.
Dichos rasgos de personalidad hacen de filtro para determinar qué información es relevante para el votante, qué aspectos van a ser atendidos y cuáles no.
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