La falta de una planificación estratégica ante el coronavirus

Fotos: EFE/Martín Alipaz

Por: Juan Carlos Segales Limachi
Lic. Comunicación Social

El gobierno transitorio de Jeanine Añez frente a la pandemia global del coronavirus no tuvo la capacidad de generar una planificación estratégica que sume a los diversos actores para afrontar esta emergencia. Lo que derivó en un recelo a las normas y políticas planteadas, a la falta de credibilidad en los datos sobre los contagios, la generación de rechazo a la cuarentena por gente de escasos recursos y la preocupación sobre un aparente descalabro económico.

Por la emergencia el gobierno empezó a realizar actividades tácticas, pero no con una base estratégica. A que me refiero “la planificación estratégica juzga la situación en su totalidad… la planificación táctica se basa en los objetivos de la estrategia e intenta hacerlos operativos para una tarea parcial” (Schröder: 2004). Por lo que, el equipo de planificación del gobierno debió realizar un diagnóstico político, económico, social, cultural, geográfico, etc., para tener una comprensión de la realidad nacional y así tomar decisiones políticas efectivas frente a la pandemia.

La afirmación de falta de una planificación estratégica, surge al analizar acciones empíricas que suceden en la realidad nacional. El Deber titulaba el 23 de abril “Coronavirus: datos del Gobierno no coinciden con los de la Gobernación de Santa Cruz”. Varias veces los datos entre el nivel central y los Sedes departamentales no coincidieron, por falta de coordinación y de tener un solo líder en el ámbito de la salud, que debería ser el Ministerio de Salud. Esto genera confusión y desconfianza por parte de la población. Además de que salió a la luz que “se ha restringido la toma de test para detectar el Covid-19” (El Deber: 20 de abril) por lo que no se tendría el número preciso de infectados. En esta línea el propio Carlos Mesa pidió transparentar la información después de la inexplicable multiplicación de contagios “Lo que nosotros estamos aquí es a ciegas… El gobierno no explica absolutamente nada de lo que está pasando ahora y no sabemos el nivel de la curva de crecimiento… hace 24 horas con los 241 contagios a nivel nacional marca una multiplicación por cinco del promedio diario que se registró en el pasado ¿Cómo se interpreta eso, qué significa eso?” (Erbol: 03 de mayo). La falta de una planificación estratégica empieza a generar dudas sobre el accionar del gobierno y la realidad de los casos de coronavirus.

Asimismo, las acciones que realizaron no consideraron las condiciones que tiene cada región del país, sus costumbres, idiosincrasias, el factor económico, entre otros. Se aplicó políticas generales, que generaron rechazo en lugares como El Alto, el Chapare, Montero y otras poblaciones. Y las reacciones no se debieron a que sean simpatizantes del MAS, sino a todo lo que se vivió desde noviembre pasado en esas regiones, existen cicatrices que todavía no cerraron. Una planificación estratégica debió considerar estos elementos, pero nuevamente no se lo hizo, se aplicó solo amedrentamiento y violencia, que al final solo genera rechazo y más violencia.

Peter Schröder explica que “la estrategia se orienta hacia un objetivo final que hay que alcanzar: la planificación crea las condiciones para ello. Así ocurre en todo el mundo”. En el caso de Bolivia, nuestro objetivo principal es superar la pandemia con la menor cantidad de contagios y fallecidos. Por ende, la comunicación debería estar jugando en primera línea, para dar las directrices del día después de la cuarentena. Pero tenemos a una ministra de Comunicación que está en el anonimato. Mientras en varios países de la región la Comunicación de Crisis tiene una acción preponderante; aquí la Comunicación Gubernamental desapareció. Durante la crisis se debe suministrar información a la prensa y a la población. Si no se hace los medios obtendrán la información de otras fuentes inapropiadas  o reproducirán rumores. El Ministerio de Comunicación debería estar trabajando con la población en la información y educación sobre los resguardos y los protocolos que deberá seguir la población luego de la cuarentena, en el país aún existe gran incertidumbre de cómo se retomarán las actividades. Porque hay que tener una cosa clara, tendremos que convivir con el coronavirus todo el 2020 y aún no estamos preparados para ello. Nuevamente en este punto se evidencia la ausencia de una planificación estratégica.

Muchos dicen que primero está la salud y luego la economía, aseveración que puede ser válida hasta cierto punto. Una vez que pase la cuarentena, muchas empresas medianas y pequeñas ya anticipan que van a cerrar y que cerca de un millón de personas van quedar desempleadas Conamype anunció la pérdida de al menos 600 mil fuentes de empleo; en el sector de turismo están en riesgo más de 350 mil empleos según Canotur (Página Siete: 15 de abril y 14 de abril respectivamente). Las medidas adoptadas por el gobierno ya no gozan de credibilidad tal como se lo puede advertir en la publicación de Página Siete del 25 de abril “Microempresarios denuncian que el gobierno incumple sus compromisos de crédito”. La falta de legitimidad y liderazgo de la mandataria obliga al gobierno transitorio tener un pacto con las otras fuerzas políticas, para tomar medidas de mediano y largo plazo, que permita generar cierta estabilidad a los empresarios y trabajadores. Esta situación debería estar dentro de la planificación estratégica, por el bien de los bolivianos, pero al parecer tampoco está.

El miedo y la fuerza lo único que generan son cansancio y repudio de parte de la población. Para salir de esta crisis necesitamos consensos entre todos, políticos, empresarios, trabajadores, gremiales, transportistas, médicos, científicos, para alcanzar ese “objetivo final” que es el bienestar de todos los bolivianos, tanto en el ámbito de la salud como en lo económico.

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