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Por: Claude Levi-Strauss
A primera vista, la obra de Claude Lévi-Strauss aparece asociada a una serie de contrastes que pueden resultar desconcertantes. Ha sido acusado de pretender una matematización abusiva de los hechos sociales, y es a la vez autor de un libro antropológico señalado como «la confesión más íntima» y «clásico de la autobiografía»;1 afirma que «el objetivo último de las ciencias humanas no es constituir al hombre, sino disolverlo» y acepta que las sociedades humanas deben ser estudiadas
como sociedades de hormigas,2 pero se ha dicho que es el único antropólogo social, después de Radcliffe-Brown, que ha escrito un libro realmente humano sobre el hombre;3 sospechoso de espiritualismo para autores marxistas, se ha dicho de él, por otra parte, que «en conjunto, sin agresividad, sin provocación, pero como al ras de su investigación, Lévi-Strauss tal vez está construyendo la filosofía más rigurosamente atea de nuestro tiempo»;4 acusado de ignorar la historia, un comentario autorizado menciona uno de sus últimos trabajos como modelo de análisis histórico.
Recientemente, otro comentarista manifestó una observación análoga, señalando que en Les Temps Modernes (la revista dirigida por Jean Paul Sartre) Lévi-Strauss ha sido «a la vez publicado, comentado, criticado y alabado».6 Este dato no es menos significativo que los anteriores si se recuerda que entre aquellas publicaciones que no son órganos directos de partidos políticos, Les Temps Modernes se ha destacado por la coherencia ideológica de una trayectoria que alcanza ya los veinte años. Tal vez esta circunstancia plantee —como lo afirma el comentarista que acabamos de citar— un «enigma filosófico». De cualquier manera, es por cierto un índice de la complejidad de una obra destinada a ejercer una influencia decisiva...
como sociedades de hormigas,2 pero se ha dicho que es el único antropólogo social, después de Radcliffe-Brown, que ha escrito un libro realmente humano sobre el hombre;3 sospechoso de espiritualismo para autores marxistas, se ha dicho de él, por otra parte, que «en conjunto, sin agresividad, sin provocación, pero como al ras de su investigación, Lévi-Strauss tal vez está construyendo la filosofía más rigurosamente atea de nuestro tiempo»;4 acusado de ignorar la historia, un comentario autorizado menciona uno de sus últimos trabajos como modelo de análisis histórico.
Recientemente, otro comentarista manifestó una observación análoga, señalando que en Les Temps Modernes (la revista dirigida por Jean Paul Sartre) Lévi-Strauss ha sido «a la vez publicado, comentado, criticado y alabado».6 Este dato no es menos significativo que los anteriores si se recuerda que entre aquellas publicaciones que no son órganos directos de partidos políticos, Les Temps Modernes se ha destacado por la coherencia ideológica de una trayectoria que alcanza ya los veinte años. Tal vez esta circunstancia plantee —como lo afirma el comentarista que acabamos de citar— un «enigma filosófico». De cualquier manera, es por cierto un índice de la complejidad de una obra destinada a ejercer una influencia decisiva...
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