Teoría Crítica

Por: Max Horkheimer
He vacilado en volver a publicar mis ensayos aparecidos en la Zeitschrift für Sozialforschung (Revista de investigación social). Mis dudas se debieron en buena parte a que, según pienso, un autor sólo debe publicar ideas sobre las que no abrigue reservas. Esos primeros ensayos filosóficos requerirían una formulación más exacta; pero no solo eso: están dictados por ideas económicas y políticas hoy discutibles; su correcta relación con el presente exigiría una reflexión especial. A ella, precisamente, he consagrado mis trabajos posteriores. Si a pesar de todos esos escrúpulos autoricé por fin la reimpresión fue con esta esperanza: las personas interesadas por cuestiones teóricas, y que desde hace tiempo vienen reclamando esta reimpresión, quizá puedan contribuir a que se evite algún mal en cuanto se hagan conscientes de las deficiencias de aquellos ensayos.

Quienes toman en serio la acción política anhelan extraer para ella enseñanzas de la teoría crítica; sin embargo, no hay una receta universal, como no sea que es necesario conocer profundamente la propia responsabilidad. La aplicación irreflexiva y dogmática de la teoría crítica a la praxis, dentro de una realidad histórica transformada, solo podría acelerar el proceso que debiera denunciar. Quienes formalmente participan de las ideas de la teoría crítica están de acuerdo con esto, especialmente Adorno, quien la desarrolló junto conmigo.
En la primera mitad de este siglo, estaba justificado esperar un levantamiento proletario en los países europeos, aquejados por la crisis y la inflación. No era una especulación vacía la de que a principios de la década de 1930, los trabajadores unidos y, a la vez, aliados a los intelectuales, pudieron evitar el nacionalsocialismo.
En los comienzos de la barbarie nacionalista, para no decir nada del tiempo horroroso de su dominación, la fe en la libertad equivalía a rebelarse contra los poderes sociales internos y externos, los que, en parte, habían dado ocasión al ascenso de los futuros asesinos, y en parte lo habían exigido o, por lo menos, tolerado.

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