Herramientas de investigación para diseñar una campaña electoral
Del mismo modo que a nadie se le escapa
que construir una casa empezando por el tejado resulta una mala idea, a
ningún político o candidato a serlo se le debería olvidar que diseñar
una estrategia electoral requiere comenzar por una fase de
investigación.
Es una fase que puede
resultar tediosa y costosa en tiempo y recursos, pero es la mejor
inversión para poder realizar una buena planeación estratégica. ¿Quiere
decir que invirtiendo en investigación nos garantizamos el éxito en la
elección? El éxito depende de múltiples factores, pero sí que podemos
afirmar que con una buena investigación se van a incrementar las
posibilidades de cumplir con los objetivos previstos y, desde luego,
rentabilizaremos mejor nuestros recursos.
Antes de diseñar una campaña política
debemos ubicarnos en el escenario, saber de dónde venimos y cómo estamos
en la actualidad, para poder definir así una serie de objetivos que
sean razonables y conmensurables. Hay campañas que fracasan por el
simple hecho de no haber realizado una buena definición de objetivos, a
lo que subyace la falta de un buen diagnóstico.
Para
esta fase de diagnóstico, hay al menos nueve pasos que son
recomendables recorrer en función, obviamente, del ámbito de la
competición.
Análisis de resultados electorales. Se
trata de un instrumento tan básico como imprescindible, y nos permitirá
observar, entre otras muchas cosas, las tendencias de participación
electoral, la evolución de apoyos a las diferentes candidaturas, la
existencia de conductas diferenciales entre procesos de diferente
ámbito. También, nos permitirá conocer dónde están nuestras principales
bolsas de votantes o las zonas de mayor fluctuación de voto, en función
de la distribución de apoyos en las distintas secciones o mesas
electorales. Además, los resultados electorales pueden relacionarse con
otros datos agregados, como cifras del mercado laboral o de fenómenos
demográficos, como envejecimiento poblacional o movimientos migratorios.
Relato del contexto. El
objetivo es reconstruir la historia reciente del ámbito de la contienda
electoral: conocer los acontecimientos con mayor implicación social,
las reivindicaciones y luchas históricas, los logros o hitos políticos
de la legislatura, el estado de los grandes temas, como la economía, la
política social o la seguridad, así como aquellas cuestiones que puedan
afectar a la reputación de los candidatos u otros actores relevantes.
Análisis de los aspectos legales. No
debemos dejar de prestar atención a los aspectos procedimentales y
regulativos del proceso electoral, para evitar contratiempos no menores.
Mapeo de actores. Es
importante identificar a los actores clave del escenario, su capacidad
de influencia, las relaciones que se producen entre ellos y el nivel de
cercanía a nuestros intereses o a los de nuestros adversarios.
Análisis de medios. Más
allá de caracterizarlos como actores clave e incorporarlos al mapeo
anterior, debemos estudiar la permeabilidad y tratamiento que reciben
los mensajes propios y del adversario, así como determinar sus
capacidades de alcance y el perfil de sus “consumidores”. No podemos
obviar a las redes sociales como medio de difusión del mensaje político,
lo que implica realizar un análisis del estado de la competición en
dicha arena.
Análisis DAFO de la situación de nuestra candidatura. Algo
tan sencillo y a coste cero como realizar, junto con parte de la élite y
base militante de nuestra candidatura, un brainstorming para definir
las Debilidades, Amenazas, Fortalezas y Oportunidades que se nos
presentan. Esta es una herramienta especialmente interesante en el
ámbito local y es que ya sabemos que dos cabezas piensan más que una.
“El sacramento de la confesión”.
Con menos dramatismo que cuando lo realiza Peter Russo en el capítulo
siete de la primera temporada de House of Cards, el candidato debe
sincerarse con el consultor o jefe de campaña, a fin de conocer qué
aspectos de su vida o entorno podrían ser objeto de un ataque por parte
del adversario, y poder así evitarlos o, al menos, poder minimizar su
impacto. De nuevo, asomarse al mundo digital también nos puede ofrecer
pistas sobre esta cuestión.
Encuestas. Constituye
la herramienta de investigación por excelencia y nos ofrece un valioso
conocimiento acerca de las actitudes y opiniones de la población, sus
preocupaciones, la imagen que proyectan los partidos, líderes,
instituciones y servicios públicos. También, pueden resultar muy útiles
en la construcción del liderazgo político y, aunque en realidad no es su
función, las encuestas son necesarias para poder proyectar escenarios
futuros. Para el diseño de una campaña resulta imprescindible contar
con, al menos, un estudio de referencia, y si el escenario de la
competición está altamente fragmentado, debe considerarse la realización
de un tracking.
Grupos de discusión y entrevistas.
Las encuestas nos permiten saber qué está ocurriendo en las opiniones y
actitudes de una población determinada, pero para profundizar en las
causas, en los porqués, en los procesos mentales que llevan a la
ciudadanía a actuar o pensar de una determinada forma, se requiere un
acercamiento cualitativo. Las técnicas grupales y las entrevistas son el
mejor instrumento para ello.
Esta
fase de investigación electoral, cuyas principales herramientas se han
enumerado anteriormente, también resulta clave para abordar dos
cuestiones capitales en el proceso de definición estratégica de una
campaña: en primer lugar, la necesidad de concentrar los esfuerzos y
recursos en aquellos grupos electorales que sean importantes para el
resultado de la elección; y en segundo lugar, en la necesidad de adaptar
nuestros mensajes, el código y el canal, a los distintos grupos. A este
proceso de división de la comunicación política se le denomina
segmentación, y no consiste en otra cosa que en “identificar variables
comunes que permitan agrupar importantes conjuntos de votantes bajo
características similares y distintivas” (Martínez Pandiani, 2004: 156).
Al fin y al cabo, las campañas electorales también son, más allá del
acontecimiento más relevante en cuanto a producción y atención de la
información política, y una pieza fundamental para la legitimación del
sistema político; un espacio de competición de ideas y luchas para
conseguir el apoyo de los electores y, en definitiva, para alcanzar el
poder. En esa pugna por el favor de las masas, ofrecer un producto
diferenciado, prácticamente personalizado y empaquetado al gusto,
constituye la antesala de la seducción.
Si
bien la materia prima del producto viene definida por el proyecto
político, la comunicación política y el marketing pueden incidir en la
adaptación de éste a los distintos públicos o targets. En este sentido,
son múltiples las variables que permiten clasificar al electorado1 ,
respondiendo a criterios de carácter puramente geográfico o espacial, a
factores de tipo sociodemográfico (sexo, edad, estudios, ocupación,
nivel 1 Los estudios sobre comportamiento electoral se han esforzado en
definir cuáles son las variables que inciden en el voto. Para un
acercamiento a las diferentes escuelas y enfoques del comportamiento
electoral, pueden revisar la voz “Comportamiento político y electoral”,
que aparece en la WikiALICE, el Diccionario online de comunicación
política. socioeconómico, etc.), a variables psicológicas (actitudes,
motivaciones, valores) o a variables políticas (ideología,
identificación partidista, recuerdo e intención de voto, momento de
decisión del voto, etc.).
Un análisis
de las conductas electorales pasadas y las intenciones futuras del
individuo nos permiten dividir al cuerpo electoral en cuatro grupos de
electores (Canel, 2006): votantes fieles, votantes frágiles, votantes
potenciales y votantes ajenos o lejanos. Una vez realizada esta
clasificación, resulta obvio que será más fácil saber a quiénes debemos
dirigirnos y con qué tipo de mensajes. Respecto al método para realizar
la segmentación, también existen diferentes técnicas, desde una simpe
tabla de contingencia, a los árboles de clasificación, el análisis
factorial, o la construcción de modelos o ecuaciones de comportamiento
electoral más complejos, entre otras técnicas de análisis estadístico.
En
este breve artículo se ha tratado de dar algunas pistas al lector,
acerca de las herramientas básicas que utiliza el consultor político
para poder iniciar, con solvencia, el diseño de una campaña política. ¿Y
dónde está el glamour y la magia en todo este engorroso proceso?
Sinceramente, si es que de verdad existe tal cosa, debe estar en la
capacidad para organizar e interpretar toda esa cantidad de información
y, lo más importante, en saber qué hacer con ella.
Finalizo
recordando una recomendación del maestro Sun Tzu, en el Arte de la
Guerra: “El general que gana una batalla hace muchos cálculos en su
cuartel, considera muchos factores antes de que ésta se libre. El
general que pierde una batalla hace pocos cálculos en su cuartel,
considera pocos factores antes de que ésta se libre. Muchos cálculos
llevan a la victoria, pocos cálculos llevan a la derrota”.
Publicado en la revista Más Poder Local
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