La muerte de Hitler fue el primer capítulo de la rendición alemana
Hace 70 años, uno de los hombres más nefastos de
la historia, el alemán Adolf Hitler, se pegaba un tiro en la sien con
una pistola Walther PKK 765 en su búnker, enfundado en su traje militar.
Elllo marcó el epílogo de la Segunda Guerra Mundial, el primer capítulo
de la rendición del Tercer Reich.
Adolf Hitler
Pölzl nació el 20 de abril de 1889 en el pueblo austríaco de
Braunau-am-Inn, fronterizo con Baviera, en Alemania. Pasó su juventud en
Viena, donde fracasó en su vocación por la pintura y alimentó su
ideología racista en medio de una ciudad cosmopolita. Luego huyó del
Imperio Austro-Húngaro y se enlistó al Ejército alemán en la Primera
Guerra Mundial.
Canciller. La derrota de su país le
caló hondo y se sumergió en la política con un discurso nacionalista
que criticó las condiciones de paz del Tratado de Versalles de 1918. Se
convirtió en golpista, fue encarcelado y liberado, y rearmó el Partido
Nacionalsocialista. En 1933 fue nombrado canciller y después implantó
una dictadura: así nació el Tercer Reich, el Tercer Imperio.
Se declaró Führer (“jefe” o “líder”) y bajo la impronta del nazismo se
propuso recuperar territorios perdidos por el Imperio Alemán en 1918,
anexar otros e impulsar la “limpieza racial”, con los judíos en la mira.
La Italia fascista de Benito Mussolini se unió a sus ínfulas
expansionistas y racistas. Y así se desató la Segunda Guerra Mundial,
que duró de 1939 a 1945.
Se estima que este conflicto
se llevó más de 50 millones de vidas de militares y civiles, entre
ellas las de seis millones de judíos. La Unión Soviética, Estados
Unidos, Francia y el Reino Unido se unieron en el bando de los Aliados. Y
la primera estocada para Hitler y su organización paramilitar del
Partido Nazi, la Wehrmacht, llegó con la derrota en la batalla de
Stalingrado a manos del Ejército Rojo soviético (julio de 1942 a febrero
de 1943).
Las tropas soviéticas comenzaron su
travesía hasta el cuartel general del Führer: Berlín, que padecía una
lluvia de bombardeos estadounidenses y británicos. Acorralado, el
dictador decidió refugiarse en el búnker de la Cancillería desde el 16
de enero de 1945. Desde allí comandó a sus subalternos, les obligó a
derramar hasta la última gota de sangre, hasta el fatídico 30 de abril.
Con su aliado Mussolini en la tumba (fue ahorcado en la plaza de Milán y
su cadáver exhibido públicamente junto al de su amante Clareta Petacci)
y con los soldados enemigos avanzando hacia su “prisión”, Hitler no
hizo más que preparar su despedida. El 28 de abril elaboró un testamento
político en el que echó la culpa a los judíos por la génesis de la
guerra.
Una jornada después, exactamente a la
medianoche, se casó con su amor incondicional, Eva Braun, de 32 años. La
ceremonia fue en la sala de reuniones del búnker y contó con dos
testigos de confianza: su ministro de Propaganda, Joseph Goebbels, y su
secretario privado, Martin Bormann. Un funcionario gubernamental llegó
en un coche blindado para oficiar el acto.
Así Hitler
quebró una de sus consignas: no ligarse personalmente a ningún ser
humano, indica el historiador Joachim Fest en El hundimiento, según el
portal abc.es. Es que el Führer ya estaba devastado, no solo en sus
ideales sino militar, anímica y físicamente. Al día siguiente, a las
15.30 se dio un balazo en la cabeza, y su compañera se tomó una dosis de
cianuro.
La escena dantesca fue completada por
Goebbels, quien se suicidó junto a su mujer Magda y sus seis hijos. Todo
para no ser atrapados por los soviéticos. El portal telam.com.ar
informa que Hitler y Braun fueron hallados en un sofá. Y los ayudantes
del líder alemán empaparon sus cuerpos con gasolina, los quemaron y
enterraron los restos.
Así fue la capitulación de
Hitler, el primer capítulo de la rendición del Tercer Reich, que se
oficializó el 8 de mayo. Y hay tesis de que Hitler huyó de Berlín, que
llegó a Sudamérica (leer entrevista de la siguiente página). Incluso el
presidente soviético Iösif Stalin dudó de su muerte. Son temas que
alimentan el mito en estas siete décadas.
La guerra mundial
Duración
La Segunda Guerra Mundial empezó el 1 de septiembre de 1939 con la invasión alemana a Polonia, y cesó el 8 de mayo de 1945.
Era rencoroso y con tendencia al suicidio
Rencoroso y vengativo, poco tolerante con las críticas, tendiente a
menospreciar a la gente y al suicidio. Así describe Henry Murray a Adolf
Hitler, tal vez el primer psiquiatra que elaboró un perfil psicológico
del Führer. Lo hizo en 1943, en plena Segunda Guerra Mundial, a petición
de los Aliados que libraban el conflicto contra Alemania,
específicamente la Oficina de Servicios Estratégicos de Estados Unidos,
antecesora de la actual CIA (Agencia Central de Inteligencia).
La agencia EFE señala que el psiquiatra de la Universidad de Harvard se
basó en datos de segunda mano sobre la genealogía del líder bávaro y su
historia escolar y militar, además de recortes de prensa y
documentales, su obra y la de sus biógrafos, e incluso en información de
servicios secretos. Son 250 páginas que llevan el título Análisis de la
personalidad de Adolf Hitler: con las predicciones de su comportamiento
futuro y sugerencias para tratar con él ahora y después de la rendición
de Alemania, que se hallan colgadas en internet.
Murray sostiene que su “sujeto de estudio” sufría histeria, paranoia,
neurosis, esquizofrenia, alguien que no tenía la capacidad de tomar de
buena manera una broma y que adoptaba el comportamiento de un criminal
compulsivo. Eso sí, “tenía gran confianza en sí mismo y era altamente
perseverante frente a la derrota”. Sobre su sexualidad, lo describía
como un masoquista compasivo, lo que incluía una homosexualidad
reprimidad. Y por último, como una predicción, señaló que el dictador
tenía amplias probabilidades de tomar la decisión del suicidio si perdía
la guerra, lo que ocurrió dos años más tarde.
La sombra del dictador atormenta a su ciudad
AFP
“Cada año es el mismo numerito”, farfulla un habitante al ver a las
personas reunidas ante la fachada decrépita. Setenta años después del
suicidio de Adolf Hitler, la sombra del dictador sigue planeando sobre
su ciudad natal, Braunau-am-Inn, en Austria, en plena frontera con la
Baviera de Alemania.
El sábado 18 de abril,
decenas de antifascistas llaman la atención con sudaderas negras con
capucha y sus gafas de sol pese a la lluvia. Se reúnen ante la casa de
800 metros cuadrados donde nació Hitler, el 20 de abril de 1889, símbolo
de un pasado que no acaba de pasar. Aunque el pueblo puso una estela
por las víctimas de los nazis en la vivienda, Astrid Hainz, organizadora
del desfile, acusa a la localidad de ignorar su pasado.
Obras. En 1972 el Gobierno austríaco alquiló el inmueble a su
propietaria, Gerlinde Pommer, para evitar que se convirtiera en un lugar
de peregrinaje para los neonazis. Se estipulaba que solo podría
utilizarse con fines socioeducativos o administrativos. “La casa de
Hitler” se convirtió, así, en un centro de acogida para minusválidos,
víctimas del régimen nazi. Pero el acuerdo se rompió 35 años después,
ante la negativa de la dueña a aceptar obras de renovación.
Desde 2011, el inmueble de tres plantas está vacío. En Braunau, de
17.000 habitantes, los partidarios de convertirlo en un centro para
refugiados y los que prefieren crear un museo sobre la liberación de
Austria mantienen debates encendidos. “La gente de aquí no merece la
marca de la infamia” que es esta vivienda, lamenta el alcalde Georg
Wojak. Lo quieran o no, los pobladores tendrán que seguir lidiando con
el pasado de su urbe, citada en las primeras líneas de Mi lucha, el
libro escrito en 1924 por Hitler, entonces un joven golpista.
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